Antecedentes

La moderna devoción a la Misericordia de Dios, a decir del monseñor Andrzej M. Deskur arzobispo titular de Tene  en su introducción a la primera edición en polaco del Diario de sor María Faustina Kowalska, redactada el 20 de diciembre de 1980, tiene su inicio a partir de que “la Congregación para la Enseñanza de la fe, con su declaración de hace dos años, revocó definitivamente los reparos presentados anteriormente por la Congregación del Santo Oficio, acerca de los escritos de Sor Faustina.  La revocación de la “Notificación” hizo que la devoción a la Divina Misericordia, presentada en el mencionado Diario, ha cobrado una nueva vitalidad en todos los continentes, de lo que dan prueba numerosos testimonios que llegan continuamente a la Postulación y a la Congregación a la que Sor Faustina perteneció”  Sin embargo, esta devoción se había iniciado -aunque con muchas dificultades- inmediatamente después de la muerte de Sor Faustina (5/10/1938), apóstol de la divina Misericordia, propagándose por todo el mundo “como un incendio”.

“Oh Dios mío, Amor mío, porque sé que en el momento de la muerte empezará mi misión.” (Diario, 1729)

Nuestra hoy Santa María Faustina Kowalska,  actualmente considerada como uno de los místicos más destacados de la Iglesia, nació el 25 de agosto de 1905, en el seno de una familia campesina, pobre y piadosa de la aldea de Glogowiec, conformada por Estanislao Kowalska y Mariana Babel, sus padres, siendo la tercera de diez hermanos. Fue bautizada con el nombre de Elena.

Desde muy niña, ella hacía las labores de campo y en la casa ayudaba a sus padres en el cuidado de sus hermanos y en las labores de la cocina; al propio tiempo, se presentaron las primeras manifestaciones místicas y vocación por una vida religiosa. A los 12 años ingresó a estudiar en la escuela de Swinice, donde permaneció aproximadamente tres años destacando como buena estudiante, pero tuvo que retirarse de la misma para permitir que sus otros hermanos puedan estudiar, en tanto ella colaboraba en las labores hogareñas. A los 16 años sale a trabajar fuera de casa en servicios domésticos en las localidades, primero, de Aleksandrów y, posteriormente, de Lodz. Elena a una corta edad sintió el llamado a la vida religiosa, a la que afanosamente trató de ingresar pero sin éxito debido a que no contaba con el permiso de su padre. En esa etapa de su vida decidió llevar una vida mundana asistiendo a bailes con amigas y hermanas; sin embargo, tuvo la visión de Jesús martirizado, que le reprochaba:

“Hasta cuando me harás sufrir, hasta cuándo me engañarás” (Diario, 9)

Ese gran deseo que la animaba a vivir, se vio cumplido el 1 de agosto de 1925, fecha en la que ingresa a la Congregación de las Hermanas de la Madre de Dios de la Misericordia, en Varsovia. En dicha Congregación recibe el nombre de Sor María Faustina. Luego fue trasladada al convento de la Congregación en la ciudad de Cracovia donde hizo su noviciado, tomó sus primeros votos y luego, cinco años después, hizo sus votos perpetuos de castidad, pobreza y  obediencia. Sor María Faustina realizó trabajos de cocinera, jardinera y portera en distintas casas que la Congregación tenía tanto en Cracovia como en Plock y Vilna (esta última antes de la II guerra mundial pertenecía a Polonia, hoy está en Lituania). Ella se caracterizó por ser una persona alegre y natural, llena de amor por el prójimo, que cumplía con obediencia las reglas y deberes de la Congregación, realizando sus labores con mucho fervor.  Nada de su vida cotidiana hacía ver la grandeza de su vida mística revelada en su Diario.

“Me pareció que entré en la vida del paraíso.  De mi corazón brotó una sola oración, la de acción de gracias” (Diario, 17)

 “Jesús mío Tú sabes que desde los años más tempranos deseaba ser una gran santa, es decir, deseaba amarte con un amor tan grande como ninguna alma Te amó hasta ahora” (Diario, 1372)

Sor María Faustina, animada por su confesor el Rev. P. Miguel Sopocko, va describiendo sus experiencias místicas y conversaciones con nuestro Señor Jesús, y en algunas ocasiones con la Virgen María, en un diario personal que empezó a escribir en el año 1934 hasta concluirlo en 1938, poco antes de su fallecimiento. El documento cautiva por su sublime sencillez  que sorprende sobremanera teniendo en cuenta que la religiosa solo había tenido estudios escolares durante tres años.

“Ni las gracias ni las revelaciones, ni los éxtasis, ni ningún otro don concedido al alma la hacen perfecta, sino la comunión interior del alma con Dios.  (…)  Mi santidad y perfección consisten en una estrecha unión de mi voluntad con la voluntad de Dios”  (Diario, 1107)

Este valioso documento nos muestra a Sor María Faustina poseedora de una espiritualidad muy profunda, fruto de la entrega de su alma a Dios en su afán de alcanzar la perfección cristiana.

Sor M. Isabel Siepak de la Congregación de la Madre de Dios de la Misericordia, escribe en la Introducción del Diario, sobre la vida de Santa María Faustina Kowalska, que “El austero modo de vida y los agotadores ayunos que practicaba desde antes de entrar en el convento, debilitaron tanto su organismo que siendo postulante, fue enviada al balneario de Skolimów, cerca de Varsovia, para recuperar la salud.  Tras el primer año de noviciado, le vinieron experiencias místicas sumamente dolorosas; las de la llamada noche oscura, y luego, sufrimientos espirituales y morales relacionados con la realización de su misión que le fue encomendada por el Señor.  Sor Faustina se ofreció como víctima por los pecadores y con este propósito experimentó también diversos sufrimientos para, a través de ellos, salvar las almas de aquellos.  En los últimos años de su vida aumentaron los sufrimientos interiores, la llamada noche pasiva del espíritu y las dolencias del cuerpo; se desarrolló la tuberculosis que atacó los pulmones y el sistema digestivo.  A causa de ello dos veces fue internada en el hospital de Pradnik en Cracovia, por varios meses.

Santa María Faustina Kowalska muere el 5 de octubre de 1938, a los 33 años de edad. Su cuerpo fue sepultado en la tumba común, en el cementerio de la Comunidad en Cracovia – Lagiewniki, y luego, en el año 1966, trasladado a la capilla.

Fue el propio Señor Jesús quien le confió a santa María Faustina Kowalska la misión de transmitir el mensaje de su misericordia a toda la humanidad, lo cual no fue una tarea fácil pues inicialmente, entre sus hermanas de la Congregación, fue incomprendida por considerar que las experiencias místicas eran simples ilusiones o fruto de la imaginación de sor Faustina. Durante los primeros dos años posteriores a la muerte de santa María Faustina Kowalska no se habló nada acerca del culto a la misericordia divina. Luego surgieron personas que hablando de la santa empezaron a referirse a dicho culto.

“…para que des a conocer a las almas la gran misericordia que tengo con ellas, y que las invites a confiar en el abismo de Mi misericordia”  (Diario, 1567)

 “Te envío a toda la humanidad con Mi misericordia.  No quiero castigar a la humanidad doliente, sino que deseo sanarla, abrazarla a Mi Corazón Misericordioso” (Diario, 1588). 

“Tú eres la secretaria de Mi misericordia; te he escogido para este cargo, en ésta y en la vida futura” (Diario, 1605).

A continuación citamos la definición acerca de la devoción a la Divina Misericordia que nos parece más apropiada: “Tener devoción a la Divina Misericordia requiere de una total entrega a Dios como Misericordia. Es una decisión que comprende en confiar completamente en Él, en aceptar su Misericordia con acción de gracias y de ser misericordioso como Él es Misericordioso.

Las prácticas devocionales propuestas en el diario de la Santa Faustina están en completo acuerdo con las enseñanzas de la Iglesia y su raíz está firmemente en los Mensajes de los Evangelios de nuestro Señor Misericordioso. Estos propiamente comprendidos e implementados nos ayudan a crecer como genuinos seguidores de Cristo”.

Sin embargo, es importante destacar que la práctica de los instrumentos de misericordia dados a santa María Faustina Kowalska, por sí sola no es suficiente pues lo que corresponde es hacer que la misericordia sea una realidad permanente en nuestra vida a través de ser misericordiosos con  nuestro prójimo. La forma de expresar nuestra devoción a la Divina Misericordia es poniéndola en acción.

“Hija Mía, si por medio de ti exijo de los hombres el culto a Mi misericordia, tú debes ser la primera en distinguirte por la confianza en Mi misericordia. Exijo de ti obras de misericordia que deben surgir del amor hacia Mí. Debes mostrar misericordia al prójimo siempre y en todas partes. No puedes dejar de hacerlo ni excusarte ni justificarte.

Te doy tres formas de ejercer misericordia al prójimo: la primera – la acción, la segunda – la palabra, la tercera – la oración. En estas tres formas está contenida la plenitud de la misericordia y es el testimonio irrefutable del amor hacia Mí. De este modo el alma alaba y adora Mi misericordia.” (Diario, 742)

Según el trabajo del Padre profesor Ignacy Rózycki, destacado teólogo, resumido en su disertación “La Divina Misericordia.  Líneas fundamentales de la devoción a la Divina Misericordia” sustentada en las concretas promesas del Señor Jesucristo, dicha devoción se da en las siguientes cinco formas:

(1) La imagen de Jesús Misericordioso

(2) La Fiesta de la Misericordia

(3) La Coronilla a la Divina Misericordia

(4) La Hora de la Misericordia

(5) La Propagación de la devoción a la Divina Misericordia