Meditación sobre Santo Toribio de Mogrovejo

Delante de Jesús Eucaristía, el Amor de los amores, vamos a meditar sobre Santo Toribio de Mogrovejo hoy que es su Solemnidad. Y podemos empezar con un texto bíblico. San Pablo en  1 Co 11,1 dice: “Imítenme a mí, como yo imito a Cristo”. Todos los santos han imitado a Jesús, por eso ellos nos marcan un camino que nos conduce a configurarnos con Cristo.  En este sentido, Santo Toribio de Mogrovejo es un ejemplo para todos nosotros.

En primer lugar quisiera compartirles unos datos biográficos de Toribio Alfonso de Mogrovejo. Nació en España el 16 de noviembre del año 1538, sus padres eran cristianos que vivían su fe con intensidad, por ello, Toribio fue bautizado pronto, el 29 de noviembre, en la parroquia de Villaquejida. Fue un niño normal que jugaba como todos los de su edad. Estudió en Valladolid, luego en Salamanca graduándose en cánones, más adelante obtuvo la licenciatura en Derecho por la Universidad de Santiago. A los 36 años lo nombraron inquisidor en Granada, realizando su labor con honestidad.  Fue nombrado para arzobispo de Lima y consagrado como tal el año 1579. Llegó al Perú el año 1581 y se desvivió por sus fieles, fue un “pastor con olor a oveja” como afirma el papa Francisco.  Murió el 23 de marzo del año 1606, un jueves santo, en Zaña. Fue canonizado por el papa Benedicto XIII el año 1726. San Juan Pablo II lo nombró patrono de los obispos de América Latina.   

Quisiera que meditáramos en algunas características de la vida de Santo Toribio Alfonso de Mogrovejo, de modo que cada uno, de acuerdo a su situación concreta, las pueda imitar. 

1.  Docilidad a Dios

Cuando Samuel escuchaba la voz de Dios que le llamaba, no lo reconocía; hasta que Elí le enseña cómo debe contestar: Habla Señor porque tu servidor te escucha” (1 Sam 3,9). Esta expresión tan bonita, podemos decir que la hizo vida Santo Toribio de Mogrovejo.

Una primera enseñanza que yo quisiera remarcar es que Dios nos sorprende y debemos acoger con docilidad lo que Él nos pide En efecto, en la vida del santo Arzobispo de Lima nos damos cuenta que Dios lo sorprendió totalmente. Era laico, trabajaba como inquisidor en Granada, y le avisaron que iba a ser Arzobispo de Lima. ¡Imagínense! Lo ordenaron diácono, sacerdote y luego obispo. Hay un cambio de vida: de laico a ser Arzobispo de Lima, la ciudad más importante de América del Sur.

Hermanos, es necesario estar abiertos a las sorpresas de Dios que siempre serán para nuestro bien. La única respuesta a todo lo que el Señor no pide es una total disponibilidad a sus planes sabios y santos. Hay que confiar en que así como Dios nos sorprende nos da su gracia para salir adelante.    

El 15 de abril de 1580, Santo Toribio le escribió al Papa Gregorio XIII lo siguiente en señal de gratitud: “He recibido un peso mayor del que pueden sostener mis hombros y que haría temblar a los hombros angélicos. Me hallo indigno de este cargo. Pero confiando en Dios y poniendo en Él mi cuidado no he tardado en aceptar. Que el mismo Dios ayude mi buena voluntad y me conceda sus gracias para que mi corazón lo mismo que mi acción tengan en Él comienzo y termino”.

¡Qué hermoso acto de fe! El futuro Santo Arzobispo de Lima, sabe muy bien que el peso que llevará como Pastor es enorme, pero al mismo tiempo, es consciente que “si Dios está con nosotros, quién contra nosotros” (Rm 8,31).

¿Soy dócil a lo que me pide Dios en cada momento de mi vida? Santo Toribio de Mogrovejo ruega por nosotros para acoger con docilidad las sorpresas del Señor.

2. Práctica de las virtudes humanas

Cuando Pilato presenta a Jesús ante los judíos dice: He ahí al hombre” (Jn 19,5). Esta expresión contiene una gran verdad. Jesús es el modelo del hombre, y nosotros estamos llamados a imitar al Maestro, para ello necesariamente tenemos que practicar las virtudes humanas.

Un segundo punto que conviene señalar en esta meditación es que la santidad exige que seamos personas que practican las virtudes cardinales o humanas. No es posible ser santos si no somos verdaderamente humanos. ¿Qué pasa si nosotros dejamos de lado las virtudes humana? No seremos santos, caeremos en un espiritualismo que no está en armonía con el Evangelio. 

¿Ustedes se imaginan un santo que descuida sus deberes diarios? ¿Se imaginan un santo que es maleducado? Hay que cuidar las virtudes humanas. Desde muy joven, Toribio Alfonso de Mogrovejo fue una persona que cumplía con honestidad sus obligaciones. Era responsable y dedicado a sus labores, por su capacidad y honestidad fue nombrado inquisidor. Estaba convencido de que debía dar gloria a Dios con su trabajo (cf. 1 Co 10,31; Col 3,17).

En el escudo episcopal de Santo Toribio se encuentran simbolizadas las virtudes cardinales. Está la torre que es símbolo de la justicia; está el león que es símbolo de la fortaleza, está la flor de Liz que es símbolo de la templanza, está la serpiente que es símbolo de la prudencia.

Toribio Alfonso de Mogrovejo fue justo por eso denunció las explotaciones que algunos españoles cometían contra los indígenas. Vivió  la fortaleza por ello acometió sin miedo el cumplimiento del plan de Dios, tuvo que enfrentarse incluso en algún momento con el virrey por entrometerse en los asuntos de la Iglesia. El Santo Arzobispo de Lima vivió la templanza, en efecto, los testimonios que se tienen de él afirman que llevó una vida sobria. Y practicó la prudencia, de ahí que cuando había algún problema escuchaba siempre antes de tomar decisiones.

¿Estamos practicando las virtudes cardinales? Santo Toribio de Mogrovejo ruega por nosotros para que vivamos todas las virtudes.

3. La piedad

Todos ustedes saben muy bien el pasaje de Marta y María. ¿Qué le dice Jesús a Marta al verla tan atareada y quejándose de su hermana María? Marta, Marta te inquietas y preocupas por muchas cosas, solo una es necesaria, María ha elegido la mejor parte y no le será quitada” (Lc 10,41-42).

Santo Toribio Alfonso de Mogrovejo estaba convencido de la necesidad del trato personal con Dios. Nunca debemos de dejar de mencionar que si no hay vida interior, no existe una auténtica vida cristiana.  No se trata de caer en un “pietismo” porque como veremos luego, en la vida de Santo Toribio  su trato con el Señor desembocaba en la caridad con el prójimo.  

¿Qué era lo primero que hacía Toribio Alfonso de Mogrovejo cuando se levantaba? Su oración personal. Dice un testimonio: “Satisfecha esta obligación bajaba por camino reservado de la casa arzobispal a la Catedral, donde celebraba la Misa, con tanta devoción y ternura, como pide aquel divino misterio. Acabado el Santo Sacrificio discurría por todo el templo y sacristía, haciendo de rodillas oración en cada uno de los altares y notando con singular advertencia el aseo, adorno, y culto sagrado, de que fue toda su vida no más atento que celoso. Hechas estas piadosas visitas se volvía  alegre a su palacio, sin permitir que ningún ministro de la Iglesia lo acompañase, y entrando en su oratorio, puesto de rodillas, empleaba dos horas en oración mental”.

La piedad eucarística de Santo Toribio de Mogrovejo era ejemplar. “Se sabe que el Santo Arzobispo fue devotísimo del Santísimo Sacramento y procuraba que en las doctrinas de los indios se pusiese Sagrario para que les diese el viático a los indígenas y comulgasen en pascua de resurrección. También este testigo afirmó que ante el argumento de hallarlos incapaces de entender lo que es recibir la Comunión, el Santo respondía: háganles capaces los curas, instruyéndoles toda la Cuaresma para que puedan entenderlo”.

Aprendamos del santo Arzobispo de Lima a no descuidar nunca nuestra piedad.  Quien descuida su vida de piedad no puede tener una sólida vida interior. Hermanos, hay que convencernos de que el trato personal con Dios es esencial para que podamos ser fieles a las exigencias del Evangelio.

¿Somos de verdad personas de vida interior? Santo Toribio de Mogrovejo ruega por nosotros para que no descuidemos nuestra piedad.

4. Caridad y pobreza

Jesús nos ha dicho En estos conocerán que son mis discípulos en que se aman los unos a los otros como yo los he amado” (Jn 13,35). Todos sabemos que la práctica de la caridad es el distintivo de ser cristianos.  Hay que amar al otro con el amor de Cristo. En este sentido, Toribio Alfonso de Mogrovejo nos ha dado bonitos testimonios de servicio, entrega a los demás y práctica de las obras de misericordia. El Santo Arzobispo vivía la lógica del Evangelio: para él lo peor, para los demás lo mejor (cf. Mt 20,26-28).

Podríamos decir que la caridad con el prójimo que practicó el Santo Arzobispo de Lima conectó con su vida pobre. En él no se conoce el lujo, el boato, y la superficialidad. No fue un sacerdote, por usar una expresión coloquial, de “etiqueta” o de “coctel”, sino un pastor pobre que había puesto su corazón en Cristo. En eso consiste la virtud de la pobreza, en colocar a Cristo en el primer lugar de nuestros amores, porque se sabe que Él es la verdadera riqueza. Se narra que “su comida era escasa y su cama una tabla con su alfombra, y todo lo demás de su vida responde a esto, y no hará a sabiendas un pecado venial por todas las monarquías del mundo… Es tan pobre en su persona que toda su recamara no vale ni dieran por ella cuatrocientos ducados”.

Santo Toribio sabía muy bien que los preferidos del Señor son los más necesitados. Por eso, cuando ayudaba a un pobre decía: “¡Oh pobre que me enriqueces! ¡Oh desnudo que me vistes! ¡Oh hambriento que me hartas!”. Y cuando le llamaban la atención por ser demasiado generoso con los menesterosos, el Arzobispo afirmaba: “Ahí le dimos a un pobre de Cristo”.

La pobreza que vivió Alfonso Toribio de Mogrovejo fue real y no aparente. Se desprendió de todo, porque quiso vivir “con” y “como” Cristo, quien fue todo para Él. Así, incluso se despojó de necesidades básicas para ayudar al otro. “… un día, estando en el pueblo de Ñepeña, ante el asombro de los que le acompañaban, le encontraron zurciendo la sotana. Alegre y sonriendo como un niño que ha sido sorprendido en alguna de sus travesuras infantiles, dijo sin abandonar la aguja: No importa nada que un Arzobispo remiende su vestido, porque el roquete lo tapa todo… Mejor es ahorrarlo para darlo de limosna a los pobres”.

¿Soy una persona caritativa buscando lo mejor para los demás? ¿Soy capaz de desprenderme de algo para ayudar a quien la está pasando mal? Santo Toribio ruega por nosotros para que seamos caritativos y pobres según el Evangelio.

5. Evangelizador

San Pablo dice “Ay de mí si no evangelizara” (1 Co 9,16). La Iglesia está en el mundo para evangelizar. Santo Toribio Alfonso de Mogrovejo vivió con radicalidad su misión evangelizadora. Fue un evangelizador a tiempo completo, su gran pasión era llevar a todos hacia Cristo. Como Arzobispo sabía muy bien que era el primer responsable de la administración de los sacramentos, por ello, donde iba bautizaba y confirmaba.

Lo que hizo Santo Toribio fue verdaderamente increíble. En su época, la diócesis de Lima era inmensa, por ello hizo cuatro visitas pastorales y recorrió Chachapoyas, Moyobamba, Cajamarca, Lambayeque, Ancash, Cañete, Ica, Cajatambo, Huánuco, entre otros lugares.  ¿Cuántos kilómetros recorrió Santo Toribio de Mogrovejo? Alrededor de 40,000 kilómetros. Muchas veces iba montado en caballo o a pie.

Lo que impulsaba a Santo Toribio era su celo por la salvación de las almas.  Él mismo dirá en una carta al Papa Clemente VIII: “Después que vine a este Arzobispado de los Reyes de España, por el año de ochenta y uno, he visitado por mi propia persona y estando legítimamente impedido por mis visitadores, muchas y diversas veces, el Distrito, conociendo y apacentando mis ovejas, corrigiendo y remediando lo que ha parecido convenir y predicando los domingos y fiestas a los indios y españoles, a cada uno en su lengua y confirmando mucho número de gente… y andando y caminando más de cinco mil y doscientas leguas, muchas veces a pie por caminos muy fragosos y ríos, rompiendo por todas las dificultades y careciendo algunas veces yo y mi familia de cama y comida, entrando a partes remotas de indios cristianos que de ordinario traían guerra con los infieles a donde ningún prelado y visitador había llegado”.

La evangelización tiene una gran enemiga que es la ignorancia religiosa, por eso, Santo Toribio de Mogrovejo mandó escribir el Catecismo trilingüe: castellano, quechua y aimara. Además, convocó varios sínodos o concilios provinciales para organizar mejor la Arquidiócesis. Asimismo, no se puede evangelizar sin sacerdotes, porque se necesitan los sacramentos. De ahí que Santo Toribio tuvo una gran preocupación por las vocaciones sacerdotales. De ahí que fundó el Seminario de Lima que le llamó Santo Toribio de Astorga en honor a su santo patrón; hoy es el Seminario de Santo Toribio de Mogrovejo. Asimismo, impulsó la ordenación de sacerdotes nacidos en el Perú. El 29 de septiembre de 1583 ordenó a los primeros sacerdotes mestizos, en total 18. No nos cansemos, hermanos, de rezar siempre por las vocaciones a la vida sacerdotal y por la fidelidad de los sacerdotes.

¿A quién estoy evangelizando? Santo Toribio de Mogrovejo ruega por nosotros para que seamos verdaderos evangelizadores.

6. La devoción a María

Jesús nos dice a todos nosotros, refiriéndose a María, “he ahí a tu Madre” (Jn 19,27). Santo Toribio de Mogrovejo fue un pastor con “olor a María” y es que todos los santos sacerdotes, sin excepción alguna, han tenido una sólida devoción mariana. Es decir, han imitado las virtudes de María y la han invocado a lo largo del día, pues sabían muy bien que el camino sencillo, directo, fácil para llegar al Corazón Sacerdotal de Cristo es María.

Como María Santísima, el Santo Arzobispo hizo de Jesús el centro de su vida. En esto está la esencia de la devoción a María. En verdad, Toribio Alfonso de Mogrovejo le hizo caso al Sermón de María Santísima que es: “Hagan lo que Él les dice” (Jn 2, 5).

La vida de Santo Toribio Alfonso de Mogrovejo estuvo marcada por la presencia de María. Podemos decir que la Virgen fue desatando los nudos que aparecían en la vida del Santo. Desde niño le rezaba a la “Virgen del Camino” en su natal Mayorga. En su juventud acudía a la imagen de la “Virgen del Sagrario” en Valladolid. En Salamanca, sus ojos se fijarán en “Nuestra Señora de la Peña de Francia”, devoción que llevará al Perú. Ya en Lima, favoreció la devoción a “Nuestra Señora de Copacabana” que era venerada por los nativos del Cercado de Lima. Existen testimonios, al respecto, de que esta imagen sudó milagrosamente en la navidad de 1591. El Santo Arzobispo aprobó el milagro. En la actualidad la imagen está en la parroquia de San Lázaro. Y, cómo no hablar de la imagen de lo que hoy se llama “Nuestra Señora de la Evangelización”. Fue una imagen donada por Carlos V a la recién fundada ciudad de Lima. Esta imagen, por orden de Santo Toribio, presidió los Concilios Limenses.

La piedad filial mariana de Toribio Alfonso de Mogrovejo se notaba y era modélica. “Con amor de hijo veneraba a la siempre Virgen María y con tierno afecto la amaba rezando todos los días su Oficio Divino, al que añadía muchas oraciones y preces, y por corona de sus devociones el Rosario, sin que en ningún día faltase a esto, aunque las ocupaciones fuesen muchas y graves…”.

Convendría decir que el Santo Arzobispo plasmó su amor a la Madre de Dios, componiendo unas letanías. Dentro de las diversas y bellas expresiones que componen estas letanías, podemos mencionar estas: “Madre del Amor”, “Madre de la Belleza”, “Madre de los Vivientes”, “Más dulce que la miel”, “Planta fructífera”, “Altar del incienso”, “Virgen Linda”, “Ciudad de Dios”, “Panal de Sansón”, “Zarza que no se consume”, “Gloria del mundo”, “Ungüento en las molestias”, “Pozo de Agua viva”, etc.. 

¿Cómo es mi devoción a María? ¿Acudo todos los días a la Madre de Dios y la agrado con mi vida? Santo Toribio de Mogrovejo, ruega por nosotros para que amemos mucho a María, Madre nuestra. Amén.

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