La Coronilla

“Mientras rezaba la coronilla, de repente, oí una voz: Oh, qué gracias más grandes concederé a las almas que recen esta coronilla; las entrañas de Mi misericordia se enternecen por quienes rezan esta coronilla.  Anota estas palabras, hija Mía, habla al mundo de Mi misericordia para que toda la humanidad conozca la infinita misericordia Mía.  Es una señal de los últimos tiempos, después de ella vendrá el día de la justicia.  Todavía queda tiempo, que recurran, pues, a la Fuente de Mi Misericordia, se beneficien de la Sangre y del Agua que brotó para ellos.” (Diario, 848).

Horario del rezo de la Coronilla al Señor de la Divina Misericordia

Santa María Faustina Kowalska escribe en su Diario (#476) que fue Jesús quien le enseña la oración destinada a aplacar la ira del Señor. Jesús –dice- “la rezarás durante nueve días con un Rosario común, del modo siguiente: primero rezarás una vez el Padre nuestro y el Ave María y el Credo, después, en las cuentas correspondientes al Padre nuestro, dirás las siguientes palabras: ‘Padre Eterno, Te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la Divinidad de tu Amadísimo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, como propiciación de nuestros pecados y los del mundo entero’. En las cuentas del Ave María, dirás las siguientes palabras: Por Su dolorosa Pasión, ten misericordia de nosotros y del mundo entero’. Para terminar, dirás tres veces estas palabras: ‘Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal, ten piedad de nosotros y del mundo entero” A esta oración se le denomina Coronilla a la Divina Misericordia, y fue dictada por Jesús a Santa María Faustina en Vilna en los días 13 y 14 de septiembre de 1935, a fin de pedir a Dios que aplaque su ira por los pecados del mundo.

Nuestro Señor Jesús insiste con santa María Faustina para que ella aliente en las personas el rezo de la Coronilla, especialmente en presencia del moribundo, a fin del que Él pueda interceder ante el Padre “no como Justo Juez sino como Misericordioso Salvador” (Diario, 1075)

En una ocasión, mientras iba por el pasillo a la cocina, oí en el alma estas palabras: Reza incesantemente esta coronilla que te he ensenado.  Quienquiera que la rece recibirá gran misericordia a la hora de la muerte.  Los sacerdotes se la recomendarán a los pecadores como la última tabla de salvación.  Hasta el pecador más empedernido, si reza esta coronilla una sola vez, recibirá la gracia de Mi misericordia infinita.  Deseo que el mundo entero conozca Mi misericordia; deseo conceder gracias inimaginables a las almas que confían en Mi misericordia.”(Diario, 687).