Santuario Arquidiocesano Señor de la Divina Misericordia 2022 La actualidad del Diario de Santa Faustina

La actualidad del Diario de Santa Faustina

Delante de Jesús Eucaristía, el Amor de los amores, vamos a meditar sobre el Diario de Santa Faustina. Ya hemos meditado hace unos días atrás sobre las cinco devociones que trae el Señor de la Divina Misericordia: la imagen, la fiesta, la coronilla, la hora de la misericordia y la práctica de la misericordia. Ahora vamos a reflexionar sobre la actualidad del Diario de Santa Faustina.

Conviene mencionar que el Diario está formando por seis cuadernos y en total son 1828 números. Es un escrito autobiográfico donde Santa Faustina abre de par en par su corazón y escribe sus experiencias personales con Jesús, el Señor de la Divina Misericordia.

Quizás alguno se pregunte por qué el Diario es actual, saben por qué, porque muestra enseñanzas espirituales que no han pasado de moda y no han pasado de moda porque nos llevan a Jesús, “el mismo ayer, hoy y siempre” (Hb 13,8). En este sentido, de las numerosas enseñanzas del Diario he elegido seis que podemos expresar con los verbos: Amar, Adorar, Agradecer, Confiar, Orar  y Reparar. Todos estos verbos son actuales.  

1. Amar

Dice la primera carta de Juan: “En esto consiste el amor de Dios, no en que nosotros hayamos amado a Dios sino en que Él nos amo primero” (1 Jn 4,10).  Nunca estará de más remarcar que el amor es lo que da sentido a la vida. Y el amor me lleva necesariamente a Dios porque “Dios es Amor” (1 Jn 4,8.16). Dios primerea, es quien nos ama primero.  

A lo largo del Diario aparece constantemente el verbo “Amar. Por ejemplo el número 990 nos dice: “Amor, amor y una vez más amor de Dios, no hay nada más grande que Él ni en el cielo ni en la tierra. La mayor grandeza es amar a Dios, la verdadera grandeza está en el amor de Dios, la verdadera sabiduría es amar a Dios.  Todo lo que es grande y bello está en Dios; fuera de Dios no hay ni belleza ni grandeza. Oh sabios del mundo y grandes intelectos reconozcan que la verdadera grandeza está en amar a Dios. Oh, cuánto me sorprendo que algunos hombres se engañen a sí mismos diciendo: no hay eternidad”.

¡Lo esencial en la vida es amar a Dios! Quisiera enfatizar que San Faustina fue santa no porque tuvo revelaciones privadas o experiencias místicas, fue santa porque amó a Dios con todo su corazón, con toda su alma, con todo su ser y amó al prójimo con el amor de Dios (cf. Mc 12,28-34). Nosotros también debemos ser santos y para ello hay que vivir la caridad en grado heroico.  

¿Qué propósito podemos sacar de este verbo “Amar”? Dejarse amar por Dios. Faustina Kowalska se dejó amar, tú también déjate amar, es lo primero para ser santos. Siéntete amado solo así podrás amar. ¿Cuánto te pregunten cómo estás? Debes decir “amado por Dios”.  Santa Faustina ruega por nosotros ante el Señor de la Divina Misericordia para dejarnos amar por Él.

2. Adorar 

Leemos en el Evangelio según San Mateo que cuando los magos de Oriente vieron al niño Jesús “postrándose lo adoraron” (Mt 2,11). Ante Dios nos postramos y lo adoramos.  ¿Qué es adorar? Es el acto dirigido solo a Dios, por el cual reconocemos que Dios es inigualable. Solo Dios es Dios, nadie como Dios. Por ello nuestra adoración se dirige solo a Dios uno y trino.

Santa Faustina fue una verdadera adoradora de Dios. Ella orientó todo su ser a Dios y a lo largo del Diario nos habla sobre todo de la adoración eucarística. Qué bonito escribió esta santa sobre la Eucaristía. Leemos en el número 1233 del Diario: “Oh Hostia santa, fuente de la dulzura divina, Tú das fortaleza a mi alma, Tú que eres omnipotente y Te encarnaste de la Virgen vienes oculto a mi corazón y no te alcanza el poder de mis sentidos”.

Hermanos, hoy las Iglesias están cerradas, ustedes no pueden venir a adorar a Jesús Eucaristía ni recibirle sacramentalmente. ¡Es un profundo dolor! 

Hay que decir la verdad: aunque Dios está en todas partes, no es lo mismo estar delante del Sagrario que rezar en otro lugar; asimismo no es lo mismo la comunión sacramental que la espiritual. Necesitamos unirnos en una red de oración y levantar los brazos en oración pidiendo que pronto se abran los sagrarios para que el Pan vivo que ha bajado del cielo alimente a su pueblo. Al respecto, el papa Francisco en su homilía del 17 de abril nos dice: “Es una situación difícil en la que los fieles no pueden participar en las celebraciones y sólo pueden hacer la comunión espiritual. Tenemos que salir de este túnel para volver a estar juntos porque esta no es la Iglesia, sino una Iglesia que corre el riesgo de ser viralizada… Que el Señor nos enseñe esta familiaridad concreta, esta intimidad con Él, pero en la Iglesia, con los Sacramentos y con el santo pueblo de Dios”.

Santa Faustina ruega por nosotros ante el Señor de la Divina Misericordia para que seamos verdaderos adoradores de la Eucaristía.

3. Agradecer

El tercer verbo que quisiera señalar es “Agradecer”. San Pablo dice: “Siempre y por cualquier motivo den gracias a Dios nuestro Padre en nombre de Nuestro Señor Jesucristo” (Ef 5,20). Seamos agradecidos con Dios por todo, por la creación, la salvación y la santificación. Las gracias que Dios nos da son más numerosas que las gotas del océano. En verdad, el Señor no se deja ganar en generosidad. 

Santa Faustina fue una mujer agradecida. Ella era consciente de que por pura gracia había sido elegida para ser la Apóstol de la misericordia y no se cansaba de agradecer al Señor. Leemos en el número 220 del Diario: “Oh Señor y mi eterno Creador, ¿cómo podré agradecerte por esta gran gracia de que te dignaste elegirme a mí, miserable, como tu esposa y me unes a ti con un vinculo eterno? Amabilísimo tesoro de mi corazón, te ofrezco todos los actos de adoración y de de agradecimiento de las almas santas, de los coros angélicos y me uno especialmente a tu Madre.  Oh Maria, Madre mía, Te ruego humildemente, cubre mi alma con Tu manto virginal en este momento tan importante de mi vida, para que así, me haga más agradable a Tu Hijo y pueda glorificar dignamente la misericordia de Tu Hijo delante del mundo entero y durante toda la eternidad”.

Queridos hermanos no nos cansemos de dar gracias a Dios en todo lugar, tiempo y circunstancia. Padre Carlos ¿dar gracias a Dios en este tiempo de pandemia también? Claro. El Señor bendice con la Cruz. Todo está incluido en el plan sabio y santo de Dios. En la época que vivió San Faustina también hubo muchos problemas, estaba por venir la segunda guerra mundial y Polonia será invadida por los alemanes y rusos. A Dios no se le han ido las riendas de la historia. Digamos con el Salmista: “Den gracias al Señor porque es bueno porque es eterna su misericordia” (Salmo 118[117], 1). Aprendamos de Santa Faustina a dar gracias a la Divina Misericordia. Santa Faustina ruega por nosotros ante el Señor de la Divina Misericordia para que no nos cansemos de dar gracias a Dios.

4. Confiar

El cuarto verbo es “Confiar”. Un texto bíblico muy bonito es: “El Señor es mi luz y mi salvación a quién temeré. El Señor es la defensa de mi vida ¿quién me hará temblar?” (Sal 27[26],1). Hermanos, pasan los años, pasan los gobiernos, pasan los poderosos del mundo, pero la Misericordia de Dios no pasa. Pase lo que pase, la misericordia de Dios siempre está ahí, por eso, debemos confiar siempre en el Señor. “Los montes se moverán y las colinas se correrán, pero mi Amor de ti no se apartará dice el Señor que se compadeció de ti” (Is 54,10).

¿Cuál es la gran enseñanza del Diario? Confiar en la Divina Misericordia. No desconfiemos de la infinita misericordia de Dios. La jaculatoria que el mismo Señor le enseñó a Santa Faustina, debe estar siempre en nuestros labios: Jesús en ti confió.

Leemos en el número 1520, como Jesús le dice a Faustina: “He abierto mi Corazón como una fuente viva de Misericordia.  Que todas las almas tomen vida de ella.  Que se acerquen con gran confianza a este mar de misericordia. Los pecadores obtendrán la justificación y los justos serán fortalecidos en el bien.  Al que haya depositado su confianza en mi misericordia, en la hora de la muerte le colmaré el alma con mi paz divina”.

Queridos hermanos, confiar en la Divina Misericordia nos lleva a no perder la paz. Debemos sumergirnos en ese océano de misericordia que es el Corazón de Jesús.  Si caemos mil veces, nos levantaremos mil veces acogiendo la Divina Misericordia. El peor pecado es aquel contra el Espíritu Santo (cf. Mt 12,31-32) ¿En qué consiste? En desconfiar de la misericordia divina. Si uno dice he cometido un pecado que Dios no me puede perdonar, está diciendo que Dios no es Todopoderoso. No olvidemos que el poder infinito de Dios se expresa en su misericordia (cf. Sb 11,23). Santa Faustina ruega por nosotros ante el Señor de la Divina Misericordia para que nunca desconfiemos de la Divina Misericordia.

5. Orar

Jesús nos señala: “Pidan y se les dará, busquen y encontrarán, toquen y se les abrirá” (Mt 7,7). Cuando oramos pedimos, buscamos y tocamos el Corazón de Jesús. San Pablo en 1 Ts 5,17 dice: “Oren sin interrupción”. Todos los santos han sido personas de oración. Un santo sin oración, no existe. Faustina fue una mujer de oración. En efecto ¿de dónde sacó fuerzas esta mujer para sacar adelante la voluntad de Dios? La respuesta es de la oración. Ella humanamente hablando todo lo tenía en contra: era una mujer enfermiza y no tenía estudios de teología, etc.; sin embargo, era una mujer de una oración profunda y por eso salió adelante.

En el número 872 del Diario Santa Faustina nos dice: “Durante la Hora Santa el Señor me concedió experimentar su Pasión.  Compartí la amargura de la Pasión de la que estaba colmada su alma.  Jesús me dio a conocer como el alma debe ser fiel a la oración, a pesar de las tribulaciones y la aridez y las tentaciones, porque de tal plegaria en gran medida depende a veces la realización de los grandes proyectos de Dios; y si no perseveramos en tal plegaria, ponemos impedimentos a lo que Dios quiere hacer a través de nosotros o en nosotros”.

Hermanos, no dejemos la oración por nada. ¿Por qué se deja la oración? Son varios los motivos. Algunos la dejan porque pasan aridez; otros dicen “Dios no me escucha”; hay quienes simplemente dejan de orar por flojera; y bastantes afirman “no hay tiempo para rezar”. Debemos ser perseverantes en la oración. Es verdad que hay momentos de aridez pero el Señor nos dará su gracia para superar ello; puede ser que Dios guarde silencio y parece que no nos escucha, pero sí escucha y siempre nos dará lo que nos conviene; hay que sacudirse de la flojera espiritual y reservemos un tiempo diario para conversar con Dios.

No se olviden que la oración es un combate. Pidamos al Señor la gracia de perseverar en la oración. En estos tiempos donde muchos piensan que solo los medios humanos bastan, tenemos que convencernos del poder de la oración. Santa Faustina ruega por nosotros ante el Señor de la Divina Misericordia para no dejar nunca la oración.

6. Reparar

San Pablo afirma: “Completo en mi carne lo que falta a la pasión de Cristo por su cuerpo que es la Iglesia” (Col 1,24).Un verbo actual es “Reparar”. ¿Qué significa? Es el acto por el cual somos conscientes de la gravedad del pecado y le ofrecemos a Jesús lo que nos cuesta para unirnos a su Cruz redentora.

Reparar tiene que ver con la propiciación. En la coronilla hacemos referencia a la propiciación. El propiciatorio era lo que cubría las tablas de la Ley (cf. Ex 25,19) y el Sumo Sacerdote echaba ahí la sangre de un macho cabrío (cf. Lv 16,15). En el Nuevo Testamento se nos enseña que Jesús es el verdadero propiciatorio porque derramó su sangre por nosotros (cf. Rm 3,25). En efecto, Jesús al ofrecer su vida por todos los hombres en la Cruz ha reparado por toda la humanidad, pero Él quiere que nos unamos a su Cruz con nuestros sacrificios.

Leemos en el Diario, en el número 319: “Hice la adoración desde las once hasta las doce. Hice esta adoración por la conversión de los pecadores empedernidos y especialmente por los que perdieron la esperanza en la Divina Misericordia.  Meditaba sobre lo mucho que Dios sufrió y lo grande que es el amor que nos mostró, y nosotros no creemos que Dios nos ama tanto.  Oh Jesús, ¿Quién lo comprenderá?  ¡Qué dolor para nuestro Salvador!  Y ¿Cómo puede convencernos de su amor si [su] muerte no llega a convencernos?  Invité a todo el cielo a que se uniera a mi para compensar al Señor la ingratitud de ciertas almas”. Fíjense como Santa Faustina hacía reparación delante del Santísimo.

En el número 320 leemos: “Jesús me enseñó cuánto le agrada la plegaria reparadora; me dijo: La plegaria de un alma humilde y amante aplaca la ira de Mi Padre y atrae un mar de bendiciones.  Después de la adoración, a medio camino hacia mi celda, fui cercada por una gran jauría de perros negros, enormes, que saltaban y aullaban con una intención de desgarrarme en pedazos.  Me di cuenta de que no eran perros sino demonios.  Uno de ellos dijo con rabia: Como esta noche nos has llevado muchas almas, nosotros te desgarraremos en pedazos.  Contesté: Si tal es la voluntad de Dios misericordiosísimo, desgárrenme en pedazos, porque me lo he merecido justamente, siendo la más miserable entre los pecadores y Dios es siempre santo, justo e infinitamente misericordioso.  A estas palabras, los demonios todos juntos contestaron: Huyamos porque no está sola, sino que el Todopoderoso está con ella.  Y desaparecieron del camino como polvo, como rumor, mientras yo tranquila, terminando el Te Deum, iba a la celda contemplando la infinita e insondable misericordia Divina”. El diablo no quiere que reparemos, el diablo quiere que nos gocemos en el pecado, el diablo quiere que no hablemos contra el pecado. Cuando nosotros reparamos, ponemos contento a Jesús y el diablo se pone rabioso.

Santa Faustina fue reparadora pues asumió las cruces de cada día y las ofreció a Jesús Es bueno que te preguntes: ¿Qué le estoy ofreciendo a Jesús? Tienes que ofrecerle lo que más te cuesta. El mejor ayuno es hacer lo que más me exige pero lo hago por amor a Jesús. En este sentido, no olvidemos que los verdaderos sacrificios son los que llevan la huella del amor. Si alguien me dice: “Padre Carlos yo ayuno todos los viernes, pero, por si acaso, no le hablo a esa persona”, yo le diría: “Comienza a comer los viernes, háblale a esa persona y ese será el ayuno que de verdad le guste a Jesús”. 

Queridos hermanos, terminamos esta meditación de la actualidad del Diario, señalando cómo Santa Faustina sabía muy bien que bajo la protección de la Santísima Virgen María estaba segura. No olvidemos que María nos enseña a amar, adorar, agradecer, confiar, orar y reparar. Ella tiene las tres “M” no solo es Madre sino Modelo y Maestra. Santa Faustina tomó a María como maestra: “Maria es mi instructora que me ensena siempre cómo vivir para Dios.  Mi espíritu resplandece en Tu dulzura y humildad, oh Maria” (Diario n.620).

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