¡Hijo de tu madre!

¿Tengo tu atención? Con un título así, definitivamente que sí. Sé que es una expresión con sabor a ironía, pero que conserva un sentido de realidad. Eres de verdad un hijo de tu madre. No es una exageración. Lo celebramos ayer, saludando y festejando al ser que nos llevó en su vientre, nos dio el primer alimento, y cuidó de nosotros como nadie durante los primeros años, los más importantes. ¡Hijo de tu madre! Yo respondería diciendo: ¡Felizmente! ¡Gracias a Dios!

Seguramente el día de la madre no solo fue un día festivo para las que descubrieron la capacidad de ser madres comprendiendo, no sin dificultad, que dar vida es siempre una bendición. El segundo domingo del mes de Mayo es una fiesta especial para todos, porque todos queremos mucho a nuestras mamás. No hay ser tan querido como la mamá. Por eso el ‘día de la madre’ es también el ‘día de los hijos’, de quienes seguimos siendo como niños cuando nos acordamos de mamá. Frente a ella, a pesar de ser adultos, seguimos siendo pequeños, dependientes de su regazo. ¡Qué bien se siente estar con mamá!

Ahora bien, cuando buscamos a nuestra madre, lo hacemos no sólo para recibir los detalles de ternura. De hecho, gustamos del día de la madre porque de algún modo es la ocasión especial para mostrarle nuestro agradecimiento sincero por su compañía, entrega y sacrificio. Los regalos entregados con esta intención reciben así un valor sentimental más allá de las fragancias o los pétalos. Son detalles del profundo sentimiento que llevamos en el corazón.

¿Qué más podemos regalar a mamá? Pienso que el mejor regalo va más allá de lo que podamos comprar. Requiere de nuestra libertad. Sí. Lo diré en dos palabras: “portarse bien”, ese es el mejor regalo a mamá. No nos olvidemos que muchas veces nuestras costumbres y modales provienen justamente de mamá. Vayas donde vayas, no te olvides que eres un hijo de tu madre, y que tus regalos del día de la madre deben notarse todos los días en el modo cómo vives y cómo manifiestas con tu conducta la formación que recibiste de mamá. Ella te dio el segundo apellido, pero el primero de los cariños, cuidando de ti antes que cualquiera. Un consejo: no te canses de llenar de orgullo a tu mamá con tus logros y virtudes, portándote bien como ella siempre te lo pidió.

Por otro lado, sabiendo que nadie es perfecto, quizás llevemos en la memoria también algunos defectos de mamá. Sé comprensivo y pídele a Dios la gracia de aprender a ponerte en su lugar, para comprenderla mejor. No olvides imitar lo bueno  y corregir lo malo.  Tu mamá puede tener una segunda oportunidad para sobrellevar sus defectos y errores si consigue ver en ti el mejor regalo de una vida virtuosa y devota para con Dios y los demás.

Cuando salgas de casa hoy, cuando trabajes y estudies, pórtate bien, pórtate como un buen hijo de tu madre. No se ha terminado la cuarentena pero el deber de responsabilidad sigue vigente. No dejemos mal a nuestra mamá. La madre patria, nuestro Perú, nos pide también la ofrenda de nuestra responsabilidad individual. No te lleves la “yapa del mercado” que advirtió el Presidente para los imprudentes. Procura cuidar a tu madre, a tu abuela, sal adelante con tus deberes y obligaciones, deja el temor de lado y disfruta la vida bendita que Dios te dio gracias al generoso sacrificio de los que más te quieren, especialmente de la que cargó contigo cuando más lo necesitabas. Sé un buen hijo de tu madre. ¿Ya ves? No es sólo una ironía, es una feliz realidad, que nos impulsa a portarnos con ejemplaridad.

Alguno podría decirme: pero padre, ¿si mi mamá supiera de mis malos momentos? Tranquilo. Ya los conoce. A nuestra madre del cielo no podemos ocultarle nada. La Virgen María también es nuestra madre, y como tal, nunca se avergüenza de nosotros. Nos acompaña y nos consuela. Pidámosle que nos ayude a sacar lo mejor de nosotros mismos, pidámosle ahora mismo que nos ayude a ser más limpios, más generosos, más trabajadores, más alegres, para que podamos compartir el amor y la ternura que tanto necesitan nuestros amigos y seres queridos, como aprendimos de nuestra mamá.

Ánimo, bendiciones.

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